Cuando el cuerpo ha sido templado por las asanas, cuando la mente se ha refinado con el pranayama, y los sentidos se han replegado con pratyahara, el próximo estadio es Dharana, la concentración.
La mente ha de ser aquietada para poder lograr ese estado de completa absorción. Para ello, se suele trabajar fijando la mente en un objeto invariable, como una vela, una flor, un mantra o un mandala, para evitar que se disperse.